LA CAVERNA
Miguel Campos Quiroz
Lo primero que se debe decir es que el cómic se enmarca dentro de la tradición narrativa, y, por lo tanto, es una forma de literatura. A diferencia de otros formatos literarios, tales como la novela o el cuento, en donde hay una predominancia del texto con un mínimo de imágenes (en el caso de aquellos textos que incluyen ilustraciones), o sin la presencia de ellas, en el cómic, por el contrario, lo que predomina es la imagen con un mínimo de texto en relación con ella, e incluso con la ausencia de él en algunas viñetas.
Las características básicas del cómic son más o menos conocidas por todo el mundo. Se trata de narraciones lineales basadas en secuencias de cuadros llamados viñetas, en los que se nos muestran una serie de imágenes que por sí solas nos cuentan distintos hechos de una historia, y que por lo general van acompañadas de textos breves que en algunos casos se muestran como encabezados de las viñetas que nos describen brevemente la escena o nos introducen a ella, y en otros representan los diálogos de los personajes o sus pensamientos y monólogos mentales en los llamados «bocadillos», «globos de texto», «globos de diálogo» o «burbujas» (los famosos globitos de las tiras cómicas).
El cómic es un formato muy popular en la época contemporánea y uno de los mayores productos de la llamada cultura pop, tanto en Occidente, con las famosas historietas de superhéroes, como en Oriente, con los famosos mangas, y si bien son éstos los más populares y conocidos, Europa e Iberoamérica tienen también sus propios formatos y temáticas de historietas, teniendo en este último caso una fuerte carga de crítica social, como la Mafalda de Quino. Por lo tanto, el cómic está emparentado con otra expresión gráfica también muy extendida: la caricatura política.
Como se mencionó más arriba, el cómic o historieta (que preferentemente así deberíamos llamarla en español) tiene por objeto esencial el contarnos una historia. Dicha historia es secuenciada en una serie de cuadros con poco o nulo texto, con un gran impacto de la imagen. Y si bien formalmente se acepta que el cómic, tal como lo conocemos, nació en el siglo XIX, se debe decir que el formato que lo fundamenta es muy anterior, y tiene sus antecedentes en varias expresiones literarias y pictóricas premodernas, si bien es necesario aclarar que éstas no tienen una conexión histórica, por lo menos directa, con lo que actualmente conocemos como el cómic.
En nuestro cuadrante del mundo, tenemos ejemplos muy curiosos: los códices prehispánicos de lo que hoy es territorio mexicano, por su forma de narrar historias y mitos de los antiguos, en secuencias muy parecidas a lo que es la historieta compuesta por viñetas, tienen cierto parecido con el cómic. El propio glifo del habla, presente en muchas de sus imágenes saliendo de las bocas de los personajes representados, queriendo con ello indicar que están diciendo algo, recuerdan mucho a los globitos de la historieta moderna. Tras la llegada de los castellanos al nuevo mundo, los indios locales siguieron elaborando códices en su formato tradicional, pero se les agregaron algunos textos descriptivos a los márgenes, algunas veces en la lengua occidental de los cristianos, y otras en el idioma náhuatl de los indios pero empleando los caracteres del alfabeto latino, algunos de tales textos describiéndonos la escena representada, o introduciéndonos a la historia que narraba el códice, y también textos junto al glifo del habla que ya nos indicaban lo que el personaje estaba diciendo, muy al estilo de lo que hoy conocemos como cómics. Y en el Egipto antiguo, los jeroglíficos de los muros y de los papiros tenían un formato muy similar, hasta en la misma estética. En ellos se narraban las hazañas de los héroes antiguos y el culto de los dioses, su teogonía y sus misterios. Se dice que los superhéroes de los cómics actuales son nuestros mitos modernos, y que están emparentados con aquellos.
Otro ejemplo antiguo que podemos citar es la columna de Trajano, que nos narra una historia lineal en espiral desde su base hasta su cima en una serie de escenas gráficas en relieve. De esta columna se ha dicho que parece una secuencia cinematográfica, pero considero que es más cercana a la secuencia de un cómic.
Lo mismo podemos decir de varios frescos, murales y tapices medievales, en los que se nos cuentan historias predominantemente de tipo religioso, aunque también de tipo épico, siguiendo la misma estructura básica de lo que hoy llamaríamos una historieta.
Citemos por último un texto medieval muy interesante, perteneciente a un muy afamado e ilustre Rey hispano. Se trata del manuscrito conocido como Las Cantigas de Santa María, de Alfonso X el Sabio, y que es un texto de notación musical escrito en idioma galaico-portugués, que tiene la particularidad de estar bellamente ilustrado por secuencias de seis viñetas a color y acompañadas de textos breves que narran historias bíblicas, y que por la estructura que posee el conjunto, bien podríamos considerarlo, bajo nuestros parámetros modernos, como un cómic primitivo.
El ser humano siempre ha contado historias, y para ello se ha valido de diferentes soportes y formatos, pero una cosa queda clara, y es que, aunque los modernos nos vanagloriamos de ser los autores de casi todos los avances en la técnica, en el conocimiento, en la cultura y en el arte, la realidad es que casi todo lo han inventado los que nos precedieron en los siglos pasados del mundo. Nosotros sólo hemos redescubierto lo que ya existía, y eso sí, le hemos dado el toque de nuestra propia idiosincrasia.
