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Sueño de fuga

UNO

Un puñado de presos se reúnen, apretados cual sardinas, dentro de una pequeña sala. Hay gritos, rechiflas, silbidos y sonrisas, pero sobre todo la mirada se enfoca, hipnotizada, en una pantalla improvisada.

Ahí está Rita Hayworth, tan sensual y seductora como cada vez que revisitamos esa obra maestra llamada Gilda.

Entonces ocurre el milagro: Estos presos dejan de ser meros para en medio de gritos extáticos celebrar la magia de lo que están viendo.

Para sentirse otra vez seres humanos.

 

DOS

En medio de una cadena perpetua, un hombre decide pasar el tiempo construyendo una biblioteca que permita a los presos, aun en su encierro, conocer nuevos mundos a través de la música y la lectura.

Entonces, su mirada se posa en algo especial: Las bodas de Figaro, de Mozart. Emocionado, decide que este hallazgo debe compartirlo, y sin importarle nada más, rompe las normas y a través del sistema de comunicación de la penitenciaría de Shawshank, llena de música la prisión.

Y, aunque sea por un momento, todos los presidiarios se convierten en los hombres más libres del mundo.

 

TRES

Y esto no es sólo una mera película, sino un canto a la libertad y al espíritu humano. Al estrenarse en 1994, Sueño de fuga (The Shawshank redemption) parecía que se iba a convertir en un fracaso para su debutante director Frank Darabont, pero la fuerza de su creación, ayudada no sólo de una campaña de boca en boca, sino de unos premios Óscar que se rindieron ante su grandeza con sendas nominaciones, le dieron la posteridad no sólo por la calidad sino por la grandeza de su mensaje.

Basada en un relato de Stephen King, Sueño de fuga habla de la esperanza, pero también de la importancia del arte para el alma: No hay prisión que pueda contener la grandeza del espíritu humano, y esa lucha de Andy Dufresne y Red (unos impagables Tim Robbins y Morgan Freeman) se convierte en una que compartimos y que nos emociona a lo largo de sus más de dos horas de duración.

Pero que nos acompaña toda la vida.

 

CUATRO

Sea cine, música, fotografía o literatura (porque todo cabe), el arte es sólo una muestra de cómo el espíritu humano, nuestra genialidad como seres, sobrepasa a veces nuestro cuerpo y vida para estallar en creaciones que no sólo quedan para siempre, sino que se vuelven consuelo y refugio de un alma a la cual a veces la realidad la rebasa.

La aprisiona.

Con el arte de nuestro lado, solos no estamos.

 

 

Agustín Ortiz

joseagustinortiz86@gmail.com

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