Taza y memoria

-Germán Montalvo

 

 

Lugar de convocatoria, para la discusión, para el encuentro, para la firma de algún acuerdo, para disipar dudas. El Café de Flore se ubica en uno de los barrios más populares de París, Saint-Germain-des-Prés. En una de esas tazas bebieron las vanguardias más célebres del siglo XX. Un intelectual que ahí tenía apartada siempre su mesa fue Jean-Paul Sartre. Un café es, después de la mesa de nuestra casa, el mejor lugar para hablar de todo, para construir mundos imposibles, para cambiar el clima, para ir al encuentro con la inspiración y definir el último párrafo del libro, para convenir matices de todo proyecto en turno. Ahí en ese café Cortázar imaginó algunos relatos de Rayuela (1963). Picasso, Bretón y todos los surrealistas muchas veces bebieron en esa taza con aroma poliglota. Un objeto como este guarda en su memoria los secretos de todo mundo; qué no sabrá.   

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