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Tesoros de la humanidad

MUSEOS 

Eduardo Pineda 

 

 

Podemos hacernos la pregunta: para qué sirve un museo. O podemos cuestionar: para que acudir a un museo, por qué existen y por qué son sitios de visita obligada en los ámbitos del turismo y la academia.  

Una pregunta similar (que por cierto abordé en mi texto publicado en aquel primer número de Sibarita la revista) le hicieron a Juan de Palafox y Mendoza, pero respecto a los libros; a él le interpelaron: para qué sirven los libros y por qué una casa debe tener libros en su inventario. Palafox, que era infinitamente más inteligente que yo, respondió de forma indirecta aquel “para qué” como si en su lugar hubiera habido un “por qué” en el cuestionamiento; dijo: “Una casa sin libros es como un cuerpo sin alma”. 

De manera que hoy, parafraseando al padre fundador de Puebla, digo que una ciudad sin museos es también como un cuerpo sin alma, sin esencia, sin identidad, sin un soporte para contar su pasado y entender su presente. Un pueblo sin museos es un pueblo amputado de la historia, del orgullo y la tradición, es un edificio sin columnas, castillos, trabes y cimientos, un cuerpo sin huesos, vulnerable, frágil y flácido que no puede andar porque carece de soporte y de motivo. 

Etimológicamente, el término museo proviene del griego Μουσεῖον (latinizado: museion), templo y lugar dedicado a las musas, las divinidades inspiradoras de la música y el arte. Este término designa al primer museo construido en Alejandría alrededor del 280 a. C. por Ptolomeo I Sóter, fundador de la dinastía griega en Egipto. 

De suyo, la etimología de la palabra que hoy provee rumbo a este número nos da luz y sentido a la alegoría que intento recrear del “cuerpo sin alma”. El museo es el lugar donde habitan las musas que son fuente de inspiración para las artes, el alma es aquel sitio al que tenemos acceso mediante el recogimiento, la introspección, la meditación y la contemplación para encontrar la motivación de nuestro andar; sin tal consciencia, la vida sería tan vana que perdería sentido absolutamente, igual que un pueblo entraría en el sinsentido al desproveerse del espacio para guarecer a sus musas. 

Después de Alejandría y de Ptolomeo I, las citas musas no fueron solamente inspiración para las artes, sino también para las ciencias y demás erudiciones que exigían para su estudio la primaria contemplación cuasi monástica y, posteriormente, la recolección de los saberes que manaban de sus artefactos preservados, fueran libros, animales disecados, objetos propios de la práctica médica, colecciones botánicas, artilugios de observación astronómica y un muy largo etcétera.  

En la actualidad, lo museos tienen una enorme diversidad de funciones, tanto sociales como académicas, artísticas y científicas. Constituyen las ágoras modernas, los puntos de inflexión de las corrientes de pensamiento, centros de radiación de conocimiento y amor por la sabiduría, espacios de recreación inteligente y emblemas de las ciudades que los acogen. 

A través de los museos se conserva el patrimonio, se protegen y mantienen objetos y documentos históricos, artísticos, científicos y culturales de interés para la sociedad.  Se realiza investigación en varias áreas y saberes sobre las colecciones que poseen, contribuyendo al conocimiento sobre el pasado, la cultura y la ciencia. Se promueven la difusión, la comunicación y los resultados de las investigaciones que auspician y exhiben sus colecciones al público, fomentando la educación, el aprendizaje y la comprensión del patrimonio cultural. Son manantial de educación y aprendizaje ya que ofrecen actividades educativas, exposiciones y programas para niños, jóvenes y adultos, promoviendo el conocimiento y el interés por la cultura, la historia y la ciencia. Son espacio de encuentro, donde las personas pueden interactuar con el patrimonio, compartir experiencias y construir sentido de pertenencia. Los museos contribuyen al desarrollo comunitario, económico, social y humano de los colectivos locales, fomentando la participación y la inclusión de sus habitantes. 

De manera que son imprescindibles, necesarios y urgentes. Toda sociedad humana precisa su existencia y conservación, requiere más, siempre más espacios para mantener viva la memoria de la humanidad y darnos un lugar donde guarecernos de la lapidaria realidad sin sentido de la posmodernidad. 

 

 

eptribuna@gmail.com   

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