Aprender a ser feliz

EDUCARSE ILUSTRA 

Éricka E. Méndez Ortega 

 

Aprender a ser feliz 

La base de la felicidad es plantar semillas de confianza, 

 esperanza, ilusión, entusiasmo, inspiración. 

 Aunque el que las plante no las vea florecer, 

 acepta la imperfección del barro 

 y la perfección y la belleza de Dios. 

Dr. Mario Alonso Puig 

 

 

¿En verdad se podrá aprender a ser feliz? Y si la respuesta fuera afirmativa, entonces la pregunta sería: ¿En qué lugar se aprende a ser feliz? Tomando en cuenta que la felicidad es una forma de ser, los niños deberían de aprender a ser felices en la escuela porque lo que espera la sociedad cuando se educan los infantes es que se conviertan en seres humanos buenos, personas que sean felices, que no estén deprimidos ni al borde del suicidio; pero ¿las escuelas podrán con tremendo reto? 

Analicemos. En la formación de todo estudiante no sólo debe estar presente el aspecto académico; los contenidos emocionales también son relevantes para tener una visión más correcta, menos egoísta y más compasiva del mundo y de las relaciones humanas. Por eso, cuando los estudiantes se enfrentan a un ambiente académico centrado en la cantidad excesiva de tareas no cualitativas, que los obliga a sacrificar el desarrollo de talentos, pasatiempos, o tiempo familiar, generan un alto nivel de ira, frustración, estrés y ansiedad que puede desencadenar conflictos severos de salud tanto física como emocional. 

Recordemos que cada individuo tiene dos sistemas nerviosos que trabajan por debajo de la consciencia, el simpático y el parasimpático, que actúan en equilibrio, nunca de manera aislada. La actividad de estos sistemas, llega a los ganglios linfáticos, donde se producen los linfocitos que actúan frente a bacterias, virus y tumores. La ira, el miedo, la frustración, la depresión, la ansiedad no permiten la generación de nuevos linfocitos.  

Las emociones contrarias a las mencionadas favorecen la activación del sistema parasimpático actuando sobre el bazo, que es el lugar básico para luchar contra virus y tumores, además de que produce células de defensa. De tal manera, las facetas biológicas y emocionales de todo ser humano están conectadas. Por ello es imprescindible que en las instituciones educativas se trabaje en el desarrollo de este equilibrio y no sólo en la faceta de la cognición. 

Desde el punto de vista de la neuroplasticidad, la felicidad depende de múltiples factores, como hábitos y creencias que son modificables; por lo tanto, los niños pueden aprender a construir su felicidad, tal como aprenden a sumar, a dibujar y a leer. Cuando un niño aprende a desarrollar su personalidad para ser feliz, se vuelve hábil para resolver las diferentes exigencias de su contexto escolar y logra adquirir lo que todo niño, adolescente y adulto necesita para ser feliz: Sentirse tranquilo, seguro consigo mismo y aceptado en una sociedad cada vez más carente de felicidad. 

Es sabido que la educación puede generar mejores oportunidades laborales, mayores ingresos y una mejor salud mental y física, lo que contribuye a una mayor felicidad y bienestar. Los seres humanos debemos aprender a ser felices, dado que la felicidad es un asunto demasiado personal como para pedirle a alguien que nos la dé. Finalmente, cada individuo debe decidir ser feliz o no, porque la felicidad también es una decisión. 

 

 

 

eryelmeor@gmail.com 

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