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Dejad que los niños se acerquen a mi “Casa de la música de Viena en Puebla”

Fotografía del sitio oficial de la Casa de la Música de Viena en Puebla: 

https://museospuebla.puebla.gob.mx/museos/item/144-casa-de-la-musica-de-viena-en-puebla  

 

En el vientre materno los bebés mucho antes de su nacimiento registran ondas de sonido a través del líquido amniótico: los latidos del corazón y la respiración de su mamá, las vibraciones de las voces de los hermanos, papá, abuelos, tíos, etc. Todos los sonidos llegan al nuevo ser humano que se está gestando y son registrados en su inconsciente, de manera que al nacer el pequeño individuo irá reconociendo esos sonidos y por supuesto el primero en reconocer es el de la voz de su mamá. Los niños viven las primeras semanas reconociendo el entorno de su madre a través de los sonidos, eso lo sabemos de acuerdo a los estudios médicos y psicológicos producto de varias décadas de investigación. 

Pero, de acuerdo con el filósofo griego Platón, los niños recuerdan más que sólo sonidos; recuerdan imágenes, conceptos, emociones e incluso conocimientos complejos matemáticos y hasta lugares específicos. Platón decía: “en realidad ya lo sabemos todo, lo hemos aprendido en el mundo de las ideas donde nuestra mente habitaba, y, al nacer y aprender a hablar, los vamos olvidando y dedicamos toda la vida a recordarlo, a eso le llamamos aprendizaje. 

¿Platón se equivocó o tuvo razón? 

No lo sabemos aún después de 2400 años, sólo hemos podido comprobar que registran sonidos gracias a la transducción del líquido amniótico y a la memoria activísima propia de la infancia. 

Tal vez por eso los niños poseen un ritmo innato, habilidades musicales y un magnífico oído que se va limitando conforme crecen cuando no se les alimenta la inteligencia musical y no se les aproximan instrumentos. He ahí la importancia de la Casa de la Música de Viena en Puebla (ubicada en el interior de la exfábrica La Constancia), que resguarda instrumentos antiguos y contemporáneos, fotografías de los más grandes compositores de la música académica de todos los tiempos y un nutrido número de actividades interactivas que pondrán en el centro de la imaginación y el entendimiento de los visitantes a la música como posibilidad de expresión y esparcimiento. 

Una de las salas más especiales de este recinto es sin duda la dedicada a Joseph Haydn, y dentro de ésta, el muro que revela sus horarios de rutina en el día a día. En él se muestra la disciplina que un compositor de su talla debe tener. O la sala de Beethoven, en la que un piano al centro está conectado a un sistema automático que mueve los martillos del piano desde adentro y se escucha “Für Elise”, de manera que los asistentes pueden observar en tiempo real cómo se desenvuelve esta melodía a través del movimiento autónomo de las teclas. 

Antes de llegar al final del recorrido dentro de la Casa de la Música de Viena en Puebla, una sala muy peculiar nos espera. Se trata de cámaras aisladas con un pódium y atril, una batuta para tomarla entre las manos y una pantalla al frente donde las orquestas sinfónicas de Londres o Viena nos esperan para ser dirigidas por nosotros: marcamos el tiempo y si no seguimos adecuadamente la partitura, los músicos de la orquesta se molestarán y tendremos que iniciar de nuevo. 

Dejemos pues que los niños, principalmente ellos, se acerquen a este recinto para que recuerden la música, como decía Platón, recuerden lo que su mente y alma ya conocía pero que en el mundo de los conocimientos enlatados olvidan poco a poco. 

 

 

Eduardo Pineda 

ep293868@gmail.com 

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