Poesía para no expertos

El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) establece el significado de las tres palabras que se vinculan en el texto que como lector o lectora tienes ante tus ojos: cultura, educación y poesía. 

Así, la RAE señala que cultura es el  “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”; a la educación la define como la “acción y efecto de educar, crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes e instrucción por medio de la acción docente.”; para la poesía destina la siguiente definición: “manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa.” 

De lo anterior se desprende que en el sentido lato de las definiciones de diccionario, se puede ser educado y no ser culto o no pertenecer a una cultura, y se puede pertenecer a una cultura y no ser educado, y no necesariamente apreciar la belleza de la poesía. Sin embargo, para quien esto escribe, las tres palabras están necesariamente imbricadas. 

Me explico. Una sociedad culta, entendiendo la cultura como una forma de vida, tiene que hacer de la educación el pivote para consolidarse y ser mejor; en nuestro caso, una manera de avanzar en ese sentido es la poesía, que contribuye a ambos fenómenos, pues la poesía educa y hace cultura. No en balde en la entrada principal de una de las bibliotecas más importantes del mundo, la del Trinity College, se pueden leer estos versos del Poema de los Dones, de Jorge Luis Borges: 

 

yo, que me figuraba el Paraíso  

bajo la especie de una biblioteca. 

 

Si buscáramos en la literatura mexicana un poema que hilvanara la relación entre cultura, educación y poesía, pienso inmediatamente en La Suave Patria, del inmortal poeta jerezano Ramón López Velarde, que, como bien señala el también poeta Víctor Mendiola, “gozó de la ambigua fama de ser el poema hermoso y accesible para toda clase de lectores.” Sin embargo, su estudio indica que es un poema de múltiples significados y mensajes. Que cuestiona a la revolución y a los revolucionarios, establece límites para el país (”tus veneros de petróleo el diablo”), y lo describe en su complejidad y belleza.  

No podemos dejar de lado que el poema se publicó por primera vez en 1921 en el número tres de la revista El Maestro. Revista de Cultura Nacional. Está claro: un poema que se da a conocer en un medio que conjuga educación y cultura. Conviene citar lo que el propio López Velarde escribió en el Número Uno de esa misma revista: “Un gran artista o un gran pensador podrían dar la fórmula de esta nueva Patria. Lo innominado de su ser no nos ha impedido cultivarla en versos, cuadros y música. La boga colonial, hasta en los edificios de los señores comerciantes, indica el regreso de la nacionalidad.” La Suave Patria contribuyó sin duda al regreso de esa nacionalidad, problematizándola y dejando a los lectores de hace un siglo y a los de ahora, acertijos aún por resolverse, como bien apunta Mendiola. A continuación, transcribo algunos versos: 

 

Diré con una épica sordina: 

la Patria es impecable y diamantina. 

Suave Patria: permite que te envuelva  

en la más honda música de selva 

con que me modelaste por entero 

al golpe cadencioso de las hachas,  

entre risas y gritos de muchachas 

y pájaros de oficio carpintero. 

Patria: tu mutilado territorio 

se viste de percal y de abalorio. 

Suave Patria: tu casa todavía 

es tan grande, que el tren va por la vía  

como aguinaldo de juguetería. 

Y en el barullo de las estaciones,  

con tu mirada de mestiza, pones 

la inmensidad sobre los corazones. 

Intermedio: Cuauhtémoc 

Joven abuelo: escúchame loarte,  

único héroe a la altura del arte. 

Anacrónicamente, absurdamente,  

a tu nopal inclínase el rosal; 

al idioma del blanco, tú lo imantas  

y es surtidor de católica fuente  

que de responsos llena el victorial  

zócalo de cenizas de tus plantas. 

Sé igual y fiel; pupilas de abandono;  

sedienta voz, la trigarante faja 

en tus pechugas al vapor; y un trono  

a la intemperie, cual una sonaja: 

¡la carretera alegórica de paja! 

 

Crítica y comprensión a la conquista, retos a la cultura actual y amor a la tierra son las partes que sustantivan al poema. Queda ahí La Suave Patria como la muestra plena de la comunión entre cultura, educación y poesía.  

La cultura, la educación y la poesía están intrínsecamente conectadas, influyéndose mutuamente y enriqueciendo nuestras vidas. A medida que reconocemos la importancia de la vinculación entre cultura, educación y poesía, podemos promover y valorar estas conexiones en nuestra vida diaria. 

La poesía nos invita a explorar las raíces de nuestra identidad cultural, a conectarnos con nuestras emociones más profundas y a construir un mundo más inclusivo y humano. Al abrazar la poesía como una herramienta educativa y artística, podemos enriquecer nuestras vidas y fortalecer los lazos que nos unen como seres humanos, es decir, la humanidad se finca en la cultura, en la educación y en la poesía, sin que medie prelación alguna. 

 

 

Luis Antonio Godina Herrera 

Twitter: lgodina

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