¿Qué es una educación culta?

En dos cosas se ha basado la educación pública en nuestro país desde hace por lo menos un siglo: por un lado, en la enseñanza más básica de los conocimientos meramente instrumentales de las materias elementales (como la lengua o las matemáticas); y por el otro, en la enseñanza tendenciosa y politizada (esto sobre todo en los niveles universitarios, pero presente en realidad desde la escuela primaria a través de los libros oficiales). Y si lo que queremos es generar una educación que forme una sociedad de individuos cultos, lo primero (la transmisión de los conocimientos básicos) debe ser complementado con una formación que enriquezca la cultura general de los individuos mediante el arte, la literatura y los conocimientos humanísticos, en tanto que lo segundo (la politización de la enseñanza) es algo que debería francamente desaparecer. 

Mientras que los países más desarrollados del orbe, como son en la actualidad los del norte de Europa, o los asiáticos que han apostado por el conocimiento científico-cultural y por el desarrollo económico, como Corea del Sur, los países hispanoamericanos nos hemos volcado hacia una forma de educación infantilizada y facilista en donde en los niveles supuestamente más avanzados apenas se tocan conocimientos que en los países anteriormente citados se cultivan desde los primeros años de escuela, sin mencionar que la educación en nuestro hemisferio, desde que nuestros países existen como repúblicas, ha sido secuestrada por ideologías políticas convenientes para el régimen, en vez de ocuparse en formar seres humanos poseedores de una alta cultura. Así, mientras en Estados Unidos se leen en los niveles básicos textos de la literatura universal, en nuestro país no se tocan hasta la universidad, y a veces de una manera deficiente e incompleta. Y mientras que jóvenes de Corea del Sur leen Don Quijote de la Mancha ¡en español!, en México no leemos ni siquiera un libro en promedio al año, y ni aun conocemos a nuestros literatos nacionales, ni la escuela hace gran cosa por cambiar esta deplorable y vergonzosa realidad, que nos convierte en un país atrasado con respecto a aquellos que nos llevan años luz de delantera. 

¿Qué hacer entonces para al menos empezar a contrarrestar esta tendencia que tanto nos perjudica como sociedad?  

Ante todo, hay que fomentar la formación humanística en todos los niveles de la educación, pero entendido el Humanismo en su sentido clásico, esto es, como el estudio de las siete artes liberales que por sí mismas proporcionan al individuo una formación integral tanto utilitaria como cultural, en oposición a las prácticas meramente serviles basadas en los oficios puramente mecánicos (aunque sin descuidar los conocimientos técnicos, que también son necesarios, como por ejemplo, el construir una casa). 

Así, por ejemplo, el estudio de materias como la música y la pintura, a la par que el de la aritmética o la gramática, contribuirán a formar individuos racionales, pero también sensibles al arte y que, por lo tanto, irán paulatinamente cultivando su espíritu, o, dicho de otro modo, se irán volviendo cultos. 

Eso, y no la triste “educación” meramente tecnificada, adoctrinada y politizada de nuestros países, es una educación culta. 

 

 

 

Miguel Campos Quiroz 

camposquirozmiguel@gmail.com 

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