También hay crisis de profesores

“Las personas que han sido educadas bajo 

 un modelo domesticador, de transferencia 

 (o incluso imposición) de conocimientos, 

 no son capaces de interconectar las piezas 

 

Ello obedece a que los maestros son técnicos 

 que, en razón de la educación domesticadora 

 que se les ha transferido en la línea 

 de montaje de la fábrica de las ideas, 

… no suelen llegar a desarrollar una 

 comprensión del mundo crítico y coherente. 

 

Noam Chomsky 

 

 

Así como estamos viviendo una serie de inconvenientes en estos momentos aparentes de post-pandemia, no debe de olvidarse el que corresponde a la educación, particularmente con el profesorado de todos los niveles de educación; pero valdría la pena enfocarse al universitario, es decir, a los profesores que se encuentran en las escuelas superiores y facultades, sean públicas o privadas, con la crisis que están atravesando éstas. 

Sin temor a equivocación, pudiera decirse que el profesorado en el nivel de las universidades en México está pasando por una crisis muy aguda que se refleja poco a poco en el alumnado, pero que a largo plazo se detectará fácilmente con el nivel de los profesionistas de nuestro país. En primer lugar, debido a que no estábamos preparados para impartir clases a la mitad de un semestre, que fue el que correspondió al primer semestre de 2020, por medios digitales; y a muchos profesores sin el conocimiento mínimo para manejar estos sistemas y sobre todo sin asistencia inmediata o cercana, lo que ocasionó, desde luego, perdida de horas clase, de tiempo, de sesiones con el profesor, etc. A eso habrá que adicionar que muy pocos profesores contaban con los equipos necesarios para prestar esos servicios digitales, además de que las clases presenciales pueden ser mucho más prolongadas que una clase por medio digital. Como ha transcurrido el tiempo, se ha constatado que se ha reducido el tiempo de las clases por medio digital, porque no se puede mantener la atención de los alumnos el mismo tiempo que en una clase presencial. 

Pero eso no es todo. También hay que considerar las clases que se dieron por medio digital, en donde los alumnos no podían o no querían conectarse, lo que provocó mucha comprensión de los profesores y con ello calificaciones que no son las de la realidad; a eso habría que sumar la incapacidad práctica de hacer una correcta evaluación, exámenes, tareas, incluso simplemente conocer a los alumnos de carne y hueso. Todo ello provocó que en este par de años se cuente con muchas calificaciones muy subjetivas y, por ende, más elevadas de lo común, lo cual tarde o temprano causará estragos en la vida profesional de muchos de los alumnos que tuvieron la mala fortuna de estar en las universidades cursando sus estudios, en tanto se estaba viviendo esta espantosa pandemia. 

Además, no hay que perder de vista que en muchas de las universidades y escuelas profesionales se presentó una gran deserción de alumnos, al grado de que muchas de las instituciones de educación superior, particularmente privadas, tuvieron la necesidad de cerrar y con ello causaron la afectación de los alumnos. Aquellas instituciones que pudieron y tuvieron la capacidad de sobrevivir, debieron prescindir de profesores, reducir los honorarios, re-organizar las escuelas universitarias para que en una sola clase se tuviera el mayor número de estudiantes; todo eso se volvió un reto para las universidades y los profesores, particularmente para aquellos que se encuentran en hora clase, que son una gran cantidad en las universidades de esta ciudad de Puebla. Simplemente debemos de considerar que hay más de cien instituciones universitarias sólo en la zona de la ciudad de Puebla. 

A ello habrá que sumar que esa gran cantidad de profesores no cuentan con los servicios mínimos de salud y en general de seguridad social, debido desde luego a que, de acuerdo con la naturaleza de sus clases, no están permanentemente en esas instituciones y por ello no se actualiza la subordinación que debe acreditarse por las instituciones de seguridad social al realizar alguna inspección o visita en esos centros educativos universitarios. 

A este problema habría que añadir que hay disminución en los honorarios a los profesores por hora clase en las universidades por la crisis que se atraviesa, y, atendiendo a la disminución de alumnos, no se abren, por ende, la materias con regularidad; ya ni hablar de que los profesores deben de capacitarse y de que los recursos que se les proporcionan son muy  básicos e incluso elementales, y por ello no cuentan con la capacidad de poderse seguir capacitando, comprar libros, formar parte de o participar en congresos, todo lo cual representa una serie de costos que implican la disminución de la educación en el país. 

Toda esta problemática se verá reflejada en los alumnos y en la calidad de las instituciones. Pero no hay muchas opciones para tratar de incentivar que se capaciten los profesores, ni para que se mejore en el día a día el nivel de educación. Desafortunadamente, a lo que se aspira en muchas de las universidades es simplemente a entregar un título profesional, que confirma tristemente lo que se decía desde hace tiempo: “hay títulos sin profesionistas y profesionistas sin título”. Ésa es la realidad del maestro en este 2022.  

 

 

Dr. Silvino Vergara Nava 

(Web: parmenasradio.org) 

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