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Tiempos post-matrimoniales

“Las anticuadas declaraciones de amor  

romántico suenan bastante huecas.  

Las antiguas expectativas de amor imperecedero 

 han dejado de tener vigencia alguna; 

éste sólo es «para un tiempo» o «mientras dure».” 

 

Zygmunt Bauman 

 

En estos tiempos de la post-modernidad es muy común que se haga mención de ese término para muchas de las costumbres e instituciones que se están quedando atrás y que provienen, incluso, de los tiempos premodernos; por allí pasan desde las religiones, hasta la filosofía, y desde luego el Estado, así como el propio matrimonio. Así es, una de esas instituciones es el referido matrimonio, que tal parece que va de salida en el mundo occidental globalizado, que se ha denominado desde la economía como el tiempo del “capitalismo terminal”. 

De los estudiosos más adelantados en las cuestiones de ciencias sociales, tenemos el caso del polaco Zymunt Bauman, quien en el último de sus libros que se publicó después de su fallecimiento, sostuvo acerca del matrimonio y sobre todo del amor: “La vida familiar ha cambiado drásticamente, la pareja de antaño ha dejado prácticamente de existir… La situación actual de las «relaciones amorosas» presenta todos los síntomas de la transitoriedad de las características de las disposiciones provisionales.” (Z. Bauman (2017). Retrotopía. Barcelona: Paidós).  

Y verdaderamente así está sucediendo con este mundo de los tiempos cortos, la rapidez, la celeridad, dijera Martin Heidegger, o bien de los tiempos líquidos, que sentencia Z. Bauman, o de los tiempos que se evaporan, como lo cita Daniel Innerarity. En resumen, todo es fugaz, como pareciera que está sucediendo con el amor y el matrimonio. Además, la ley de la compra-venta ha absorbido todo. El dicho popular dice que: “todo se compra, todo se vende, hasta el amor se compra, hasta el amor se vende”. Y es que a eso se ha llegado con uno de los sentimientos más humanos que pudiéramos tener, el amor. Los tiempos han pasado de aquellas relaciones de pareja y matrimoniales de más de 20, 30 ó hasta 50 ó 60 años de vida matrimonial, a plazos muy breves de los matrimonios, o bien, de las relaciones de pareja, que son express, inmediatas, rápidas, lo cual tiene mucho que ver con el ambiente generalizado, donde propiamente se está viviendo en tiempos sin compromiso alguno, no sólo con una relación de pareja, sino del propio trabajo, de la profesión, de los deberes familiares, etc. 

En estos momentos que se consideran por el autor polaco mencionado “los tiempos líquidos” (Ensayo Tusquets, México, 2013), se han adecuado las propias instituciones jurídicas para que los matrimonios sean un simple acuerdo de voluntades que se pueden finalizar en cualquier tiempo; por ello es que se han modificado las leyes y códigos que regulan los divorcios, que son cada ocasión más comunes y parecieran más simples, con acuerdos tan sencillos como el que hace un contrato de televisión por cable, o bien, de su inscripción a cualquier club deportivo, o a un seminario. El matrimonio se ha convertido en un trámite más de los que nos toca hacer a lo largo de nuestras vidas. Pero aún más los divorcios, que son prácticamente ahora trámites administrativos, como quien da de baja una línea de un teléfono celular o el servicio del gas. 

La economía tiene mucho que ver con esa permanencia de los matrimonios. Otro dicho popular dice que: “cuando el dinero falta, el amor sale por la ventana”. Desde luego que esto es así; cada momento que pasa es mucho más difícil económicamente mantener a los hijos y las familias. Los desempleos y las crisis económicas son parte de las razones de esta corta permanencia de los matrimonios, así como de la procreación de los hijos. Además, las horas de trabajo que se han expandido en los países de América Latina son parte de estos fracasos matrimoniales; muchas de esas parejas se encuentran muy de mañana o de noche, las comidas familiares resultan casi imposibles para muchos entre semana, lo cual es paradójico con la existencia de la tecnología de la información, pues se decía que con ese desarrollo tecnológico se iban a disminuir los tiempos de trabajo, y lo que ha sucedido es exactamente todo lo contrario: se han multiplicado. 

Además, las crisis económicas de los matrimonios abonan para ello el denominado “hiper-consumismo”, al que hemos caído en los tiempos de este “capitalismo terminal”, ya que hace 30 ó 40 años un niño no exigía el juguete, celular o la ropa de marca porque, incluso, eso no existía, bastaba con cualquier juguete, e incluso la ropa del hermano mayor. Hoy, para un sector grande de la sociedad es muy común que estas exigencias sucedan, y es parte de esos problemas económicos lo que acarrean los matrimonios; el consumismo, pues, se ha disparado porcentualmente de manera brutal, por lo cual pareciera que a cualquier matrimonio, sin importar la clase social, no le alcanza para los gastos que se requieren, siempre hay más y más y más. 

Y otra de las muestras de ese fracaso de los matrimonios es la cultura del hiper-individualismo, lo cual se muestra en muchos de los consumibles actuales. Tal es el caso de las computadoras “personales”, pasando por los vehículos pequeños, y sobre todo de muchas casas habitación que se están conformando y estructurando para que habite una sola persona, por lo que hay muchos elementos que pueden permitir comprobar que estamos en la post-modernidad y en los tiempos post- matrimoniales. 

 

Silvino Vergara Nava 

Web: parmenasradio.org

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