Comida rápida, a un click

Daniel Parra

 

 

El prospectivista  norteamericano Alvin Toffler publicó en 1970 un libro que causó revuelo: El shock del futuro. 

En dicho libro pronosticó que en el año 2000 habría una especie de mundo perfecto, entre otras cosas, sin contaminación y con habitantes saludables gracias a buenos hábitos alimenticios complementados con actividad física derivada de que habría tiempo libre de sobra, todo gracias a una activa comunicación virtual merced a computadoras que permitirían facilitar el trabajo y acortar distancias. 

Mucho de lo predicho por Toffler se hizo realidad, por ejemplo en lo que atañe a la transmisión de información vía redes. Pero falló en muchas cosas, entre otras, el fin de la contaminación y la salud merced a los hábitos alimenticios. 

En efecto, hoy el mundo está más contaminado que nunca, y los problemas de salud a causa de los malos hábitos alimenticios se han recrudecido, especialmente en los países occidentales, donde el problema número uno es la obesidad, derivada de una vida sedentaria, con las consecuencias de elevada incidencia en morbilidad y mortalidad. 

Y es que  los tiempos en que comer era una especie de ritual, el cual empezaba con la selección de los productos y su preparación, y concluía con la obligada reunión familiar para disfrutar los alimentos y digerirlos a conciencia, hoy se han convertido en una carrera por comer rápido y mal. 

El ritual, en un alto porcentaje, se acabó, en gran medida debido a los hábitos laborales (en los que Toffler, por cierto, sí acertó en su obra), pues es muy alta la tasa de trabajo a distancia y en línea, el conocido “home office”, sobre todo tras la pandemia por COVID. 

De este modo, ha disminuido la interacción humana, ese otro ritual que permitía convivir en las oficinas o en los centros de trabajo y disponer de una hora o dos para salir a comer debidamente. Y desde luego, también ha ido menguando la costumbre de acudir a restaurantes con la familia o los amigos, a fin de disfrutar alimentos especiales, elegidos a partir de un menú, así como bebidas seleccionadas, contando con la interacción de meseros y chefs. 

La redes sociales pronosticadas por Alvin Toffler en su libro, van dejando tristemente atrás estos rituales, y hoy la gente, que vive a la carrera, sin tiempo para comer en casa o fuera, sólo necesita tomar su celular, marcar un número, elegir de un menú virtual los guisos de su preferencia, y ¡voilá!: en cuestión de minutos llega hasta su casa u oficina la comida procesada, y cada quien toma lo que eligió y come de prisa porque en este mundo de redes sociales e internet pareciera que no hay tiempo que perder. 

Triste paradoja: lo que según Toffler permitiría al ser humano tener más tiempo libre, se lo está quitando, incluidos esos rituales de sentarse a una mesa para (como exigen los cánones de la convivencia) disfrutar con calma de los alimentos que nos proporcionan la energía necesaria para disfrutar de la vida. 

 

 

   

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