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La necesaria huida de Jordan Peele

En el 2017 Jordan Peele se encontraba volando alto: su serie Key & Peele, junto con su participación en la serie Fargo, lo habían colocado en una posición envidiable a la hora de elegir su próximo proyecto, ese que continuaría la senda de éxitos de un comediante que había logrado con su ya mencionada serie el punto medio perfecto entre la sátira y la denuncia.

Nos referimos, claro, a su papel en Emoji: la película (Londis, 2017), una película que evidentemente es un paso más hacia el éxito. Pero nadie hubiera pensado que participar en esta cinta le haría tomar una decisión que cambiaría radicalmente su trayectoria.

Peele leyó el guión, le parecía agradable, hasta que se enteró de que le daría voz al emoji de popó, ese excrementito sonriente que, mientras escribo esto, es el más usado en Canadá.

Un ligero detalle: Jordan Peele es afroamericano.

Ofendido y asqueado ante lo que la Industria estaba convirtiéndose, Peele decidió dejar la actuación justo cuando se encontraba en su punto más alto, prefiriendo colocarse detrás de cámaras para contar historias que hablaran justamente de eso, de esa discriminación que poco a poco se había convertido en moneda corriente de Hollywood y que tenía muchas formas.

Él tenía un plan.

El cineasta Martin Scorsese menciona en su esencial documental A Journey Through American Cinema cómo muchos de los cineastas de su generación al terminar los 70’s tuvieron que volverse contrabandistas, artistas que utilizando las formulas del cine comercial escondían, cual caballo de Troya, el mensaje que verdaderamente querían llevar al público, nunca peleándose con el entretenimiento pero sí trascendiendo la fórmula realizando obras que concientizaban sutilmente.

Jordan Peele es uno de esos.

La (hasta el momento) escasa filmografía del novel realizador consta de solamente tres películas, donde, tomando de base géneros como el terror y la ciencia ficción (al final de cuentas de nicho, discriminados por la alta cultura como mero entretenimiento consumible), que hablan de asuntos cuya relevancia sigue pulsando como tragedia en los titulares.

Get Out (2017) inicia como un cliché: un joven fotógrafo afroamericano decide pasar un fin de semana con la muy blanca y wasp familia de su novia. Hasta aquí todo va bien, hasta aquí todos podemos deducir qué pasará.

Y sí pasa, pero no por las razones que creeríamos.

Porque después de una hora en la cual, con tenso pulso, se va desarrollando una historia llena de enigmas e intrigas que no sólo toca el tema del racismo y la inequidad de oportunidades entre razas, sino que de repente cambia el timón para hablarnos ya no del salvador blanco sino de ese idealizador blanco obsesionado con un discurso de equidad que no se da cuenta de que ha construido su propia historia con base en la apropiación cultural.

Habiendo ganado el Óscar a mejor guión, su siguiente proyecto, si bien no fue tan perfecto como el primero, sí consolidó a Peele como un Director de notable valía.

Us (2019) inicia con la historia de una familia que en muchas ocasiones no vemos reflejada dentro del entretenimiento: estable, exitosa y afroamericana. En medio de la primera noche de lo que prometían ser unas idílicas vacaciones, se encuentran asediados por un grupo de extraños que se revelan como dobles malignos de ellos.

¿Qué es la identidad? ¿Nacemos con ella o la usurpamos? Estas preguntas que podrían parecer filosóficas se han vuelto esenciales para estos tiempos; somos un conjunto de experiencias, pero las mismas parten de las de otros, y nosotros solamente construimos sobre ellas negando en muchas ocasiones ese pasado para aspirar a una idea de superación y lucha-por-los-propios-medios-contra-los-propios-miedos que se traduce en éxito sin percatarnos de las víctimas.

De la historia dejada atrás.

En su más reciente largometraje Nope (2022), Peele toma elementos que en el imaginario popular remiten más a cine típicamente hecho por blancos: Western, Sci Fi y horror se dan cita en un filme que puede ser definido primariamente como de vaqueros contra aliens, pero que al mismo tiempo, colocando a dos actores afroamericanos en el papel de los vaqueros (tan aparentemente arcaicos ya como referentes culturales) y a la “innovación” en el papel del alien, nos habla de muchas cosas.

El CGI (computer generated image)  contra lo “manual” en el cine es una de ellas.

Pero también de la explotación y el entretenimiento: ¿en qué momento nos deshumanizamos selectivamente decidiendo qué tipo de entretenimiento, sin importar el abuso detrás y la consciencia sobre el mismo? Decidimos consumir para pasar un buen rato sin importar las víctimas detrás del comercio.

Si mueres en Tv no habrás muerto en vano, por lo menos entretuviste a alguien, decía el legendario Kurt Vonnegut.

Si, pero nada le gusta más al público que los segundos actos, ese momento donde todo estaba perdido y de la nada el héroe resurge. Con una venganza.

Jordan Peele renace detrás de la cámara.

Y el público junto a él.

 

 

José Agustín Ortiz

joseagustinortiz86@gmail.com

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