“Don Juan Tenorio”
LIBROS
Miguel Campos Ramos
“¡Cuál gritan esos malditos! ¡Pero mal rayo me parta/ si, en acabando la carta, / no pagan caros sus gritos!”
Quién no ha oído en cine, radio o televisión (en serio o en burla), o leído en un libro, estos cuatro versos, inicio del celebérrimo drama del español José Zorrilla titulado “Don Juan Tenorio”, escrito en 1844.
En efecto. Y es que esta obra es famosa por dos razones:
Una: le dio forma definitiva a un personaje identificado con el arte de conquistar mujeres y burlarlas luego, así como de valerse de todas las artimañas y bajeza, incluidas la traición y el asesinato, con tal de conseguir tales fines.
Dos: se trata de una obra que, por su naturaleza relacionada con el tema de los difuntos y aparecidos, se volvió muy popular para representarla en noviembre, con motivo de las tradiciones vinculadas al Día de Muertos, motivo por el cual precisamente la recomiendo en esta edición de “Sibarita la Revista”.
Es una obra que invita a la reflexión, pues el personaje central, Don Juan Tenorio, tras varios actos punibles, desde el rapto de mujeres hasta los crímenes con alevosía y ventaja, recibe su justo castigo.
Y tal vez éste sea el mensaje de la propuesta del dramaturgo español: que no por tratarse de un conquistador y engañador de mujeres (como cuando seduce a doña Ama de Pantoja haciéndose pasar por su prometido, igual que a decenas de otras mujeres), valiéndose en buena medida de su galanura y su dinero, es una figura digna de enaltecimiento; al contrario, pues con su conducta destruye vidas, destacando la de la famosa doña Inés, una chica que, siendo novicia, es raptada por él, si bien acaban enamorados, y ella se convierte en su gran amor.
Para colmo, en su haber tiene vario asesinatos, de hecho 32, según le presume a su competidor, don Luis Mejía, quien sólo lleva 23.
Se trata de una obra magistral que, no obstante estar escrita en verso, es ágil, y los versos ayudan a hacerla incluso muy rítmica y sonora.
Cabe señalar que esta versión de José Zorrila no es tan original, pues la figura del conquistador de mujeres, apuesto, arrogante y altanero, nació propiamente dos siglos antes, en 1636, de la pluma de Fray Gabriel Téllez, conocido como Tirso de Molina.
Pero “Don Juan” es una figura tan fuerte, que ha tenido incluso sus versiones en Francia (en la pluma y la actuación farsesca de Moliere, y hasta en la ópera de Mozart “Don Giovanni”).
Traje a colación la obra de Zorilla por su particular enfoque moralista, sobre todo cuando al final el personaje, quien osadamente ha retado a la estatua de don Gonzalo de Ulloa (padre de Inés y a quien asesinó) para que lo acompañe a comer. Y es que entonces se arrepiente de sus actos, pues la estatua cobra vida, igual que la estatua de su amada Inés, y él acaba entendiendo el daño que hizo. Por cierto, la versión de Tirso de Molina se llamó “El burlador de Sevilla” y tiene como subtítulo “El convidado de piedra”, en alusión a la invitación que don Juan hace a la estatua de don Gonzalo de Ulloa.
En fin, una obra que, por su contenido, no pasará de moda, y que siempre es apropiado recordar en esta temporada de noviembre, mes identificado con los fieles difuntos y con los aparecidos.
@miguelcamposr15
Canal: https://youtube/miguelcamposramos6715
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