“María” y la epilepsia

“María”, la única novela que escribió el colombiana Jorge Isaacs (1837-1895), pero que lo inmortalizó, está considerada como la novela más importante en Hispanoamérica dentro de la corriente del Romanticismo.

Publicada en 1867, es una obra que influyó de manera determinante para que el Romanticismo se arraigara en nuestros países.

Es una historia en apariencia sencilla: dos jóvenes -primos además-  que conviven desde niños en una hacienda, se enamoran. Pero de una manera casi enfermiza, sólo comparable a la sincera intensidad e ingenuidad con que se enamoraron Romeo y Julieta, de Shakespeare, o con las cuales se enamoró de la prohibida Charlotte el joven Wherter, protagonista de la magistral novela “Las penas del joven Wherter”,  de Wolfang Goethe.

Y lo de “manera casi enfermiza” tiene sentido en el caso de “María”, pues en efecto, la protagonista, casi adolescente, padece una terrible enfermedad, similar a la epilepsia (de hecho, como en muchas obras románticas, poco importa precisar la naturaleza de la enfermedad, el caso es que exista una, como un leit motiv), misma enfermedad que padeció su madre y a causa de la cual ésta murió.

El punto es que Efraín, el protagonista, tiene que alejarse de María para  ir a estudiar a Inglaterra, casualmente medicina, en el afán de hallar una cura para el mal de la joven amada.

El desenlace es de sobra conocido, y no lo voy a develar aquí, en aras de que quienes no han leído esta obra lacrimógena, bella y aleccionadora, la lean.

Pero sí resalto que en la obra, como en muchas del género romántico, la enfermedad de la protagonista es muy relevante, pues ella hace que siempre se muestre melancólica, lo cual agrega un ingrediente emocional a la trama.

El Romanticismo, corriente literaria que nació en Europa en el siglo XVIII, y que se fortaleció precisamente con la pequeña gran  novela aludida de Goethe, “Las penas del joven Wherter” (1774), llegó a nuestros lares en el siglo XIX, y la novela de Isaacs contribuyó mucho para que surgieran muchos cultivadores, tanto en la narrativa como en la poesía. Recordemos por ejemplo a nuestros poetas mexicanos Manuel Acuña y Manuel María Flores, ambos muertos trágicamente, el primero por suicidio, y el segundo pobre y ciego, como si con tales formas de dejar la vida rubricaran su vena romántica, pues el Romanticimso se caracterizó por el redescubrimiento del yo, la nostalgia, la exaltación del genio creador por encima de reglas clásicas, la libertad plena, la percepción de la obra inacabada e imperfecta, la insatisfacción artística, etc.

La novela “María” cumple a cabalidad esos rasgos, no sólo por exaltar lo grandioso de la naturaleza (el Cauca colombiano) sobre la pequeñez del hombre, sino además por ese tono de nostálgica insatisfacción.

Leer “María” es adentrarse en el concepto más profundo del amor sin reservas, pero también de la aceptación del dolor ante la inminente y casi anunciada separación.

Por lo demás, está escrita en un estilo lleno de sensibilidad que genera un gran deleite.

Quien quiera llorar un poco y volver a sentir lo que es amor de verdad, debe leer esta magistral novela.

 

 

Miguel Campos Ramos

camposramos@outlook.es

Twitter: @miguelcamposr15

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