Poesía para no expertos
Luis Antonio Godina Herrera
El intelectual español Daniel Innerarity (2022) escribió en su libro La sociedad del desconocimiento, que nunca el conocimiento “había sido tan importante y la vez tan sospechoso. En la era de la racionalidad triunfante, de la ciencia institucionalizada, de los avances tecnológicos y de los sistemas inteligentes aparece una constelación extraña: al mismo tiempo que la ciencia goza de un enorme reconcimiento, muchas personas recelan de ello, desde la mera desconfianza hasta el negacionismo extremo.” En efecto, el primer cuarto del siglo XXI ha traído consigo el triunfo aparente de la tecnología. Estamos frente a la aparición del llamado “homo tecnologicus”, ¡valga el término!
A pesar de todos los avances esta sociedad, que conoce todo, al mismo tiempo desconoce todo. Hay tanta información que circula por diferentes medios a una velocidad inusitada… Incluso podemos tener acceso de manera simple a poemas de prácticamente cualquier poeta, y como lo demostramos en entregas pasadas ChatGPT puede escribir sonetos. Hay información. Hay conocimiento. También hay desinformación y, como afirma Innerarity, hay más desconocimiento.
Una sociedad conectada y desconectada en lo esencial
La unidad en lo esencial es algo que hace la poesía. Como bien sostiene la poeta, ensayista, traductora y académica universitaria Elsa Cross, “La poesía es una forma de percibir la realidad, de relacionarse con ella, de expresar y comunicar esa percepción”. Por ello, es una auxiliar única para evitar la mentira, para evadirla y para entender el mundo en el que vivimos. En el que sobrevivimos. La misma Cross dice en prosa, un gran poema:
La poesía, como creación artística, es un acto paralelo a la creación del universo… El poeta ensancha los límites de lo que para él es la realidad, toca aquello que no podemos ver, como el mundo de la muerte o del sueño, lo mismo que el de la propia interioridad, hecha de memoria y fantasía.
Para la sociedad del desconocimiento, la sociedad que ama la poesía pareciera un mejor paradigma.
La UNESCO considera que no hay sociedad sin poetas. Durante milenios hubo poesía sin internet. Menuda cosa que a las generaciones de cristal o centenials les costaría entender, pero es un hecho. El poeta se ubica solo frente a la hoja en blanco, pero forma parte de un todo, es la voz de una sociedad, es la voz de la humanidad.
Ocatvio Paz, en su discurso para incorporarse al Colegio Nacional el primero de agosto de 1967, leyó un texto memorable del cual destaco partes que ponen en perspectiva la situación de la técnica y la poesía. El premio Nobel dice, por ejemplo: “La poesía es la manifestación verbal, la encarnación en palabras, de la mitología de una época… la poesía se enfrenta ahora a la pérdida de la imagen del mundo. Por eso aparece como una configuración de signos en dispersión: imagen de un mundo sin imagen.”
Y este párrafo que se incluye a continuación es premonitorio. Cabe señalar que fue escrito dos años antes de la llegada del hombre a la luna, y muchos lustros antes del Tik Tok, Instagram, X, etc.:
El fundamento de la modernidad es una paradoja doble: por una parte, el sentido no reside ni en el pasado ni en la eternidad sino en el futuro y de ahí que la historia se llame asimismo progreso; por la otra, el tiempo no reposa en ninguna revelación divina ni en ningún principio inconmovible: lo concebimos como un proceso que se niega sin cesar y así se transforma.
El poeta concluye con un maravilloso concepto que pone en su lugar a cada cosa, propone un nuevo pacto: “Recordaré de nuevo a Rousseau: el pacto social se funda en el acuerdo verbal. El fundamento de la sociedad es el lenguaje en libertad: la poesía.” No sería un mal recurso; al contrario, muchos aplaudiríamos una sociedad fincada en la poesía.
Luis Antonio Godina
Leave us a reply