Bibliocausto universal

“Los libros se acabarán, pero ya no quedará nadie para saberlo”: 

Fernando Báez. 

 

Sé que la palabra “bibliocausto” no está en el diccionario, pero es la primera que me viene a la mente para expresar todas las atrocidades ocurridas a lo largo de la historia a esos textos que han sido escritos por el hombre para preservar y transmitir información, saberes, conocimientos y sobre todo sus vivencias mediante cuentos, historias, poesía, novelas, etc. 

La palabra libro viene del latín “liber”, que originalmente se refería a la parte interior de la corteza de los árboles. En griego Biblos = libro. Plinio el Viejo refiere cómo antes de que se conociera el papiro, se utilizaron cortezas de árboles y otros materiales para escribir, lo que nos proporciona una muestra de cómo el léxico conserva rastros de la historia de los pueblos. 

El ser humano, desde la más remota antigüedad, ha visto la forma de dejar plasmado su saber: en las pinturas rupestres de las cuevas, en tablillas de arcilla, seda, bambú, en madera, papiro, metal, papel y otros materiales que le permitieran la posibilidad de dar a conocer su historia mediante la palabra escrita. 

Ejemplo de lo anterior se tiene en la Epopeya de Gilgamesh, uno de los escritos más antiguos de la humanidad, con más de 4,000 años de antigüedad, y que a lo largo de doce tablillas de arcilla, con escritura cuneiforme, nos describe en cerca de tres mil versos a un hombre mítico en busca de la inmortalidad.  

No fue hasta la invención del papel por los chinos en el siglo II d. C. y con la invención de la imprenta por Gutenberg, alrededor de 1453,  cuando la humanidad tuvo la posibilidad de reproducir en serie sus saberes y dejarlos a las generaciones futuras para toda la eternidad. 

Vivimos en un mundo dual, fragmentado entre el bien y el mal, y así como hay gente que produce intelectualmente y lo deja en libros, hay gente perversa que a lo largo de la historia ha tratado de desaparecer, mediante la quema, esos documentos. Personajes siniestros interesados en destruir lo que está escrito. 

Muchos han sido los casos de esta barbarie, a lo que le he llamado bibliocausto, entre ellos:  

En el 411 a. C., en Atenas, son incendiados los textos de Protágoras, por cuestionar la existencia de los dioses; Alejandro Magno destruye el palacio real de Persépolis y los libros que contenía (330 a. C.,); en Roma (181 a. C.) se descubren e incendian libros de filosofía griega de la biblioteca de Numa. 

Uno de los casos más graves fue el incendio de la biblioteca de Alejandría, en el 48 a. C., gran centro del saber de la antigüedad que tenía como finalidad compilar todas las obras del ingenio humano, de todas las épocas y todos los países; se cree que la biblioteca poseía cerca de 700,000 libros, según Aulo Gelio.  

Hay casos insólitos, como el del rey visigodo Alarico, cuando toma Roma, en el 410 d. C., y los rollos y papiros de sus bibliotecas son usados en fogatas durante días. Y no olvidemos el de Tomás de Torquemada, quien en 1490 ordena quemar libros “heréticos” en Salamanca. La Santa Inquisición realizó quemas de libros durante más de 700 años. 

El caso de México también es memorable, ya que en 1529 se hace la destrucción de los códices prehispánicos, y en 1561 ocurre lo mismo con los códices mayas en Yucatán. 

En la historia reciente no se puede olvidar que en el periodo 1940-1944, cientos de bibliotecas de Europa son aniquiladas por los bombardeos de la II Guerra Mundial. En 1945, los rusos recuperan 12 millones de libros en poder de los nazis; sin embargo, la mayoría de estos libros son destruidos por el régimen estalinista en los años 50. 

En 1966, la “Revolución cultural china” destruye e incendia millones de libros. En 1998, los talibanes incendian la biblioteca de Puli Khumri, en Afganistán. Ocurre, en 2003, el incendio y saqueo de las bibliotecas y museos de Irak; la pérdida se calcula en un millón de libros. 

Hechos históricos abominables que por ningún motivo debemos permitir que ocurran nuevamente. 

Ha sido muy intensa la labor del hombre y la mujer por dejarnos su conocimiento a través de los libros. En una encuesta hecha por Google¹, actualizada a marzo de 2021, se estima que existen en el mundo alrededor de 154´064,880 libros, y que de acuerdo con la UNESCO se publican alrededor de 2.2 millones de libros anuales, por lo que debemos de agradecer el bagaje intelectual que se nos ha dejado para cultivarnos, y, como dice el clásico, para bien o para mal, pero ahí están.    

Celebremos este mes del libro reflexionando en todo el conocimiento obtenido a través de ese conjunto escrito de hojas empastadas que nos han legado los hombres que han tenido el tiempo y el valor de dejar plasmado su saber.  

 

¹https://hipertextual.com/2017/04/cuantos-libros-existen-mundo

 

 

Jorge A. Rodríguez y Morgado 

Twitter @jarymorgado 

jarymorgado@yahoo.com.mx 

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