La necesidad de una cultura de la salud

La división clásica que la filosofía en Occidente hace del Hombre es: Espíritu, Alma y Cuerpo, siendo no obstante las tres una Unidad indivisible, y en última instancia una única y misma realidad.

Y se habla asimismo de la necesidad del cultivo de las tres instancias: del Espíritu, a través de la religión, de la mística, y de los ejercicios espirituales; del Alma (que desde la perspectiva moderna correspondería con la Mente), a través del arte, la belleza, las letras, la ciencia, la razón, etc; y del Cuerpo, mediante la gimnasia, la autodisciplina física y la alimentación.

A este respecto, los médicos antiguos sabían muy bien que la salud consistía en el cuidado de estas tres facetas del ser humano en un perfecto equilibrio. Esto es muy cercano a la visión de lo que hoy llamaríamos Medicina Holística.

Pero volvamos al asunto central de este artículo.

Hemos dicho que la salud perfecta en la visión clásica consistiría en el equilibrio y cultivo de estas tres realidades o facetas de la constitución humana aludidas: Espíritu, Alma y Cuerpo. Y a su vez, la palabra «cultivo» está relacionada con otros dos términos que muy frecuentemente utilizamos sin conocer su verdadero trasfondo: «cultivar» (en el sentido de trabajar y transformar la tierra), por un lado; y por el otro, con la palabra «cultura». Pensemos en el término «agricultura», y ello nos dará una clave de lo que aquí se quiere decir.

La palabra «cultura» suele asociarse asimismo con la idea de «civilización», y ésta última con el desarrollo de las artes, de la escritura, de las ciencias… De las ciencias como la Medicina o las Ciencias de la Salud. Así pues, podemos anticipar la conclusión de que toda civilización que se precie de tal, debe de haber desarrollado la medicina. Y más aún, una civilización que se precie de culta (de «cultivar» y «cultura») debería de haber desarrollado una cultura de la salud, y no sólo de la salud corporal, sino de la salud Cuerpo-Alma-Espíritu.

Y aquí es donde ha llegado el momento de preguntarnos ¿Tenemos como sociedad una cultura de la salud? La respuesta se vislumbra más que obvia: en nuestro país, al menos, no podemos decir que sea así.

Si tomamos como base de la salud los tres rubros clásicos de la constitución humana que hemos mencionado, no es difícil darnos cuenta de que los mexicanos hemos descuidado los tres: tristemente el mexicano promedio no cultiva ni el intelecto ni el gusto estético que proporciona la contemplación del arte de calidad, y ya ni se diga la espiritualidad, la cual por desgracia está prácticamente olvidada y excluida de nuestra vida posmoderna y muy a menudo volcada a banalidades.

Y aún centrándonos más si se quiere en la forma moderna de considerar la salud (erróneamente) como algo puramente corporal, es muy fácil darse cuenta de que la mala alimentación, los malos hábitos, la pereza, los vicios, la indisciplina y la falta de ejercicio físico, son rasgos muy característicos de nuestra cultura mexicana (¿o será mejor decir de nuestra «incultura» mexicana?).

En resumen, los mexicanos en general damos muy poca (cuando no nula) importancia a nuestra salud integral, y con ello vienen las consecuencias que todos conocemos: obesidad, enfermedades cardíacas, enfermedades mentales, estrés, depresión, enfermedades crónicas que se ven agravadas por pandemias, y como consecuencia en muchos casos la muerte.

Son muy pocas las personas que realmente ponen un cuidado esencial tanto en su salud física como mental, y estas personas en verdad pueden ser consideradas sanas y cultas.

Desde luego, la salud de las personas siempre se verá reflejada en la salud general de una sociedad como un todo, y por ello es preciso que los mexicanos empecemos a cambiar nuestros hábitos insalubres por otros más saludables, que nos conviertan en seres más felices y plenos, y que ello se vea reflejado en la salud general de nuestro país.

En otras palabras, necesitamos como mexicanos generar una verdadera cultura de la salud.

 

 

Miguel Campos Quiroz

camposquirozmiguel@gmail.com

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