¿Nos echamos un cafecito?

Miguel Campos Ramos 

 

En broma, un buen amigo de quien esto escribe me contó una anécdota. Se encontró con un conocido y éste le dijo: “Qué gusto cruzarme con usted, licenciado.” Mi amigo, purista del idioma y conocedor del latín, le reviró casi indignado: “¿Cómo cruzarme? Ni que fuéramos perros.” 

Con el tema del café ocurre algo similar. Es de sobra conocida y usada la frase: “¿Cuándo nos echamos un cafecito?” De tratarse de mi amigo, habría dicho: “Nunca, porque habría que llevar la ropa a la tintorería.” 

Y no dejaría de tener razón, pues “echar”, en efecto, alude a “arrojar”, de ahí cuando alguien “se echa al suelo”, precisamente como un perro; quiere decirse que el perro se arroja al suelo. 

Tal vez la frase más aceptable sea “¿Cuándo nos tomamos un cafecito?”, aunque no dejaría de ser imprecisa, pues el verbo “tomar” es polisémico, es decir, tiene muchos significados: tomar algo equivale a asirlo, agarrarlo. Ejemplos: tomar una región, o sea, conquistarla, dominarla; beber un líquido, como tomar una copa, un trago. 

Si partimos de que cada palabra tiene su significado preciso, generalmente dado en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua por estar en primer lugar de las acepciones, el verbo más recomendable para el caso del café sería “beber”: “¿Cuándo nos bebemos un cafecito?”  Esta frase, sin embargo, adolece de un sentido más bien fisiológico. 

De manera que nos quedamos con “tomar un cafecito”. Y vaya que lo de “cafecito” es otra cosa, pues, que se sepa, no hay cafés grandes ni pequeños, salvo que se aluda a la taza en que se toman, pues en este caso, si se trata de un capuchino, el recipiente es grande, mientras que si es un expresso, la taza es pequeña.    

El idioma y el significado de sus palabras es tan rico, como el café.  

Tema aparte son las expresiones coloquiales que se han creado a partir de esta bebida sin duda exquisita y estimulante. 

Por ejemplo, cuando alguien muere, suele decirse: “Se cafeteó.” 

O de alguien que se cree la gran cosa y por eso presume: “Se las da de café con leche.”, esto sobre todo en el Cono Sur de nuestro continente. 

Y qué tal locuciones tan elocuentes como: “Nada más tomo mi café y me voy”, dicho por una persona que saldrá a trabajar en cuanto concluya su desayuno; es decir, “tomar café” equivale a desayunarse, sobre todo entre gente del campo. 

Para cerrar, no olviden que el café no se ”degusta”, por muy “gourmet” que sea. “Degustar” solo se hace en las “degustaciones”, es decir, donde se acude a probar distintos tipos de café. Cuando se bebe, se toma o nos echamos uno, lo disfrutamos simplemente, o lo saboreamos. 

 

 

 

e-mail: camposramos@outlook.es 

@miguelcamposr15 

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