Sexualidad Sagrada y Sexualidad Tabú en la religión

Históricamente, en Occidente nos hemos formado desde hace siglos en una visión distorsionada y demonizada de la sexualidad. El acto sexual en sí mismo, tan natural como cualquier otra función fisiológica de los organismos animales y humanos, se ha convertido en un tema tabú, y sus representaciones han sido relegadas al ámbito de lo inmoral, lo «obsceno» y lo pornográfico (de hecho, la palabra pornografía significa precisamente algo obsceno), y que, si bien no es visto en la actualidad como algo del todo condenable, suele causar entre las personas, cuando no puramente morbo, sí rechazo o incomodidad.  

Esto sin embargo no es así de un modo universal. Otras culturas ajenas a la larga tradición cristiana de siglos, han sido más liberales sobre el tema y han visto en el sexo no sólo algo natural, sino hasta divino. Así lo atestiguan muchos tratados y templos de la India, en donde están representadas escenas sexuales que, por ser tan gráficas, escandalizarían aún hoy a las sociedades más puritanas de nuestro hemisferio. Las tradiciones del Tantrismo aún hoy consideran la relación sexual como una unión mística del hombre y la mujer, y contrastan de manera absoluta con la concepción occidental del sexo como algo que suele ser un tema vergonzoso. 

 Encontramos también muchas representaciones de culturas precristianas alrededor del mundo, en donde aparecen los Dioses protagonizando escenas sexuales, e incluso rituales sexuales como los Hieros Gamos relacionados con la «sexualidad sagrada». Y si bien con el tiempo todo esto degeneró dando origen a una diversidad de cultos fálicos, todas estas representaciones tuvieron en su origen una significación muy profunda y filosófica relacionada con las fuerzas creadoras que dieron origen al cosmos y al hombre. Así, el Lingam y Yoni de los hindúes no representaba otra cosa que la unión de los sagrados principios Masculino y Femenino que dieron origen al universo. 

La diferencia y contraste de ambas visiones culturales se debe sin duda a la forma de pensamiento que cada una de ellas desarrolló. Así, mientras que en las tradiciones y religiones de Oriente siempre prevaleció una visión no dualizadora de las cosas, en la que lo Espiritual y lo Material conformaban una unidad esencial donde ambos términos no estaban esencialmente separados ni enfrentados, en Occidente predominó el pensamiento dualista desde la época de los filósofos griegos, en donde el Alma y el Cuerpo son vistos como dos realidades opuestas y en eterna lucha (a veces incluso irreconciliables). Así, en la tradición cristiana, que es heredera de esas visiones filosóficas, el monje, el asceta y el místico no pueden buscar la unión con lo divino y a la vez dedicarse a las cosas del cuerpo. Esta visión no es algo esencialmente malo ni retorcido, como sus detractores y defensores de la liberación sexual han querido hacer ver, y tiene su razón de ser en esos sistemas místicos. Lo que este artículo pretende es mostrar el contraste entre ambas concepciones de la sexualidad según la cultura y la religión-filosofía, sin decir que una es mejor que la otra. 

Es verdad que la mala interpretación de estos principios de la tradición cristiana con respecto a la sexualidad, en su versión más distorsionada y puritana (particularmente en las ramas protestantes), llevó a la creación de sociedades sexualmente reprimidas, como la victoriana, siendo de hecho tales sociedades las que con el tiempo llevaron a la sexualidad a convertirse definitivamente en un tema tabú en nuestra civilización occidental, con todos los problemas que ello acarrea, y que en una grande medida han contribuido a que en nuestras sociedades actuales la sexualidad sea una expresión que no siempre se lleva a cabo de una manera del todo saludable: ciertas expresiones consideradas perversiones, así como la agresión sexual, son un buen ejemplo de esto último y una consecuencia de la visión distorsionada sobre la sexualidad que hemos heredado los occidentales. 

 

 

Miguel Campos Quiroz 

camposquirozmiguel@gmail.com 

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