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Toros Salvajes, Moteros Tranquilos: Detrás de los mitos (y los clásicos)

CINE 

Agustín Ortiz 

 

 

Se conoce como Nuevo Hollywood al periodo comprendido de 1967 (con el estreno de Bonnie y Clyde, de Arthur Penn y producida/protagonizada por Warren Beatty y una debutante Faye Dunaway) a 1980 (terminando con ese fracaso mayúsculo llamado La Puerta del Cielo, de Michael Cimino, cinta con la que pulverizó su carrera y de paso a United Artist, otrora legendario estudio cinematográfico que tuvo que cerrar ante la debacle económica ocasionada por los delirios de grandeza de Cimino), alumbrando en ese periodo obras maestras de la talla de El Padrino (1972. Dir. Francis Ford Coppola), Taxi Driver (1976. Dir. Martin Scorsese), Contacto en Francia (1971. Dir. Willian Friedkin) y La Última Película (1971. Dir. Peter Bogdanovich). En El Nuevo Hollywood, un puñado de realizadores decidieron abrazar junto con su amor por el cine a la contracultura y la nouvelle vague (que tanto estaba dando de qué hablar en Francia) para cambiar el Séptimo Arte, convirtiendo al Director en Autor y mostrando un nuevo tipo de protagónico: lejos estaban los Rock Hudson o Doris Day, tan fotogénicos e inalcanzables, para dar paso a celebridades que mostraran no sólo al hombre común (que bien podía tener el rostro y nombre de Dustin Hoffman, Faye Dunaway, Robert DeNiro, Ellen Burstyn o Gene Hackman), sino también historias sobre lo cotidiano, logrando en su retrato de lo mundano una transgresión que hablara al espectador retratándolo al mismo tiempo. Y a sus tiempos. 

Y todo iba muy bien. 

Hasta que no. 

Hasta que todo acabó. 

Y de eso trata justamente un libro que al momento de publicarse se convirtió en un fenómeno de ventas al mismo tiempo que objeto de culto entre cinéfilos que por primera vez (y por escrito) veían a nombres como Coppola (de delirios egomaniacos que casi le cuestan su matrimonio), Scorsese (adicto a todo lo que se podía ser adicto y jugando con la muerte en más de una ocasión), Friedkin (mujeriego empedernido y dictador en sus sets) y Bogdanovich (dejando a su primera -y sensata- esposa para empezar una relación con la muy joven Cybill Sheperd y al mismo llevando al traste su carrera) siendo desmitificados para mostrarlos más humanos, más imperfectos, más disfuncionales. 

Genios, sí. 

Creadores de obras maestras, también. 

Pero, por favor, que vayan a terapia. 

Y a los ahí retratados no les gustó mucho. 

Nada. 

Entrevistando a directores, ex esposas, hijos, actores, guionistas, productores y prácticamente a todo aquel que hubiera estado ahí, a medio camino entre el reportaje y el chisme, el crítico y otrora editor de la revista Premiere, Peter Biskind (1940), entrega en Toros Salvajes, Moteros Tranquilos (Ed. Anagrama) un libro tan adictivo como esencial a la hora de entender cómo pasamos de El Padrino a Transformers, teniendo como punto de partida al perfeccionista y casanova Beatty, junto al sumamente caótico Dennis Hopper, para posteriormente allanar el camino a la llegada de los (según Biskind) anticristos de esa generación y que responden al nombre de Steven Spielberg y George Lucas, quienes con Tiburón y Star Wars convirtieron ese cine de Director a de Productor, de visión a recaudación. 

Pero, al final, el cine triunfa. 

El arte triunfa. 

Y este libro es la prueba de ella. 

Triunfando. 

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