Una droga y Un mundo feliz

LIBROS 

Miguel Campos Ramos 

 

 

El título de esta entrega alude a dos cosas: a una droga denominada “soma” y a la novela Un mundo feliz, del inglés Aldoux Huxley, que es la obra que recomendamos en este número de Sibarita La revista, cuyo tema central es “Aprender a ser feliz”. 

Y es que la novela en cuestión trata en esencia de la felicidad. El título lo dice todo, si bien en el inglés original se llama Brave new world, que se traduciría como Magnífico mundo nuevo, título tomado de la obra de teatro La tempestad, de William Shakespeare. 

Esta novela “magnífica” (a propósito de su título en inglés) fue publicada en 1932 y es una de las novelas más importantes, escrita con gran calidad literaria, a veces con destellos poéticos, y además con una gran carga humana y filosófica acerca de temas como la vida, la religión, la política, y precisamente la felicidad. 

Ubicada en Londres, está ambientada en el año 2540 de nuestra era, pero en el 640 de la era fordiana, o de Ford, nuevo líder que ha sustituido a Jesús y a otros líderes religiosos. 

El centro de la trama gira en torno a lo que se hace en el Centro de Incubación y Acondicionamiento, donde se generan seres humanos en tubos de ensayo,  a los cuales posteriormente se les acondiciona mediante tecnología genética y procedimientos hipnopédicos, consistentes estos en aplicarles una especie de “lavado de cerebro”, vía mensajes que oyen repetidamente por miles de veces hasta que quedan convencidos de cuál será su destino, y sobre todo de que serán felices con ese destino, sin protestar jamás ni revelarse contra él.  

Para reforzar este acondicionamiento se ha inventado una droga, la “droga perfecta”, llamada “soma”, la cual con cada gramo ingerido hace que las personas, ante algún indicio de disgusto, ira, celos, ambición o duda, lo olviden todo y sean felices, con el beneficio de que tal droga los sume en una especie de sueño (“vacación”, le llaman) y al despertarse no tienen ninguna resaca ni efecto secundario. 

De esta manera, son felices y jóvenes siempre, al menos hasta los sesenta años, cuando mueren, pues justo entonces, pese a sus aspectos externos juveniles, sus cerebros y corazón han envejecido. Ese es el precio de la felicidad. 

Las cosas se salen de control cuando a unos turistas que van a Nuevo México para ver una reserva de salvajes (personas que se siguen reproduciendo de manera vivípara, es decir, no incubadas en laboratorio) se les ocurre llevar a Londres, junto con su hijo, a una mujer que, pese a haber sido incubada, tiempo atrás, en una visita que hizo con su pareja a esa reserva de salvajes, éste la embaraza y la deja en ese mundo, de manera que al ya no tener “soma” ni los tratamientos habituales para preservar artificialmente la juventud, se pone fea, gorda y enferma. 

De esta suerte, cuando el hijo de la mujer, al cual llaman el Salvaje, llega a Londres y se da cuenta de cuál es el precio de esa felicidad artificial, decide no ser parte de ella, sobre todo después de que ve morir a su enferma madre. 

Esta novela distópica (está considerada como una obra maestra de la ciencia ficción) trata de una manera cruda el siempre latente prurito de los seres humanos de crear una sociedad perfecta. Pero a la vez, parece advertirnos de que la felicidad perfecta no existe, como tampoco existe la sociedad perfecta, pues tendría que ser una sociedad robotizada vía condicionamiento y drogas. 

Inquietante obra que, pese a haber sido publicada hace 92 años, parece más vigente que nunca. Un deleite leerla, y de paso gozar de la poesía de Shakespeare, vía citas que de varias de sus grandes obras hacer el extraño Salvaje, quien las lee en un libro que halla en aquel mundo de “salvajes”. 

 

 

camposramos@outlook.es 

@miguelcamposr15

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