El lenguaje como potencia creadora

La Caverna

Miguel Campos Quiroz 

 

 

 

“Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de rosa está la rosa
y todo el Nilo en la palabra Nilo.” 

Jorge Luis Borges, «El Golem» 

 

El lenguaje es la herramienta, y debiéramos decir, la característica humana por excelencia. Es el puente, el medio de transmisión, el vehículo por medio del cual comunicamos nuestro pensamiento a las mentes de otros de nuestros semejantes.  

En el lenguaje están cifrados nuestra experiencia y nuestro entendimiento del mundo, de la vida, y de nosotros mismos. A través de él damos expresión y forma a nuestra interioridad, a nuestros pensamientos, sentimientos y emociones. Les damos un nombre, y convenimos con otros seres humanos un código común para entendernos, para inteligir una realidad que de otra manera aparecería como caótica a nuestras percepciones.  

Así, el lenguaje aparece como un agente ordenador del mundo, al menos en lo que a nosotros concierne, a lo que podemos conocer de un universo que de otra manera nos sería por completo incognoscible. 

Y, en efecto, el lenguaje que los seres humanos hemos creado (¿o que acaso nos ha sido revelado por un  Poder superior?) es un espejo, una imagen fiel del universo. No por nada, la «Biblioteca de Babel» de Borges es una alegoría, una imagen perfecta del Cosmos hecha de libros, letras e interminables estanterías con sus infinitos volúmenes, muchos de ellos aún sin abrir, y caóticos al entendimiento de quien aún no ha logrado descifrar su lógica, como sucede con tantos fenómenos y leyes de nuestro propio universo, que para muchos necios parecen un sin sentido tan sólo porque no hemos sabido descifrar el lenguaje en el que están escritos en el gran Libro de la Naturaleza, ni aún formular un nuevo lenguaje humano para explicarlos. 

Y como imagen que es del universo, mediante el lenguaje podemos penetrar en sus secretos. Por eso el lenguaje es el origen no sólo de la cultura, sino también de la ciencia. 

Sin embargo, el lenguaje humano no sólo es una imagen del mundo, sino que también crea el mundo, lo transforma y lo extiende. 

Los hombres somos capaces, a través del lenguaje, de crear cultura, esto es, cosas que no existían previamente en la naturaleza material. Aunque quizá, como afirman los místicos, sí que existían en la mente de la Divinidad, y nosotros no hemos creado nada, sino que sólo hemos accedido de alguna manera a  leer en su «Libro Divino», que está en el Mundo de las Ideas y en el cual está escrito todo cuanto ha existido, existe y existirá jamás [al igual que en el hipotético e intuido «libro total» de la borgiana Biblioteca de Babel], creyendo nosotros que hemos inventado las cosas, cuando tan sólo hemos reflejado en la Tierra ese orden divino que fugazmente hemos contemplado.  

Mediante el lenguaje, los hombres hemos creado civilización, y hemos asimismo creado otros mundos imaginados en las ficciones literarias. Pero también hemos creado, igualmente a través del lenguaje escrito y hablado, realidades y sociedades imaginadas que luego han venido a materializarse, para bien y para mal. 

Así, el lenguaje no sólo refleja y expresa la realidad; de hecho la crea. El lenguaje es creador, es pura potencia creativa. Es un poder constructivo y generador que poseemos los seres humanos. 

No por nada, en la Escritura Dios crea el universo a través de la Palabra, el Logos creador o Verbo: verbaliza el universo de alguna manera misteriosa, y este se manifiesta, se expresa a la existencia (y a su imagen y semejanza, nosotros también creamos microuniversos a través del lenguaje y la palabra). No por nada, en ciertas concepciones filosóficas derivadas de la tradición judía, la cosa no existe hasta que se la nombra. No por nada, en la novela «La historia interminable», de Michael Ende, la Emperatriz Infantil no puede ser curada de su mortal enfermedad hasta que no se le da su verdadero nombre, y esto sólo puede hacerlo una criatura del mundo humano, nunca un ser del mundo de Fantasía, pues ese mundo a su vez ha sido imaginado, y por lo tanto creado, por las criaturas humanas a través del lenguaje en las historias y cuentos (sí, el gran escritor alemán de literatura fantástica estaba versado en Cábala). 

Y es que esto de crear mediante el lenguaje y la palabra es algo que sólo pueden hacer Dios y el hombre. 

 

 

contacto: camposquirozmiguel@gmail.com   

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