No image

La Muerte en nuestras canciones

Flaca, calaca, huesuda, pelona, costal de huesos, calavera, y un sinfín de nombres que en nuestra tierra y en nuestra música le damos a la muerte. Esa conciencia que tenemos de su existencia hace que forme parte de nuestra vida y nuestra idiosincrasia para estar presente en las emociones cotidianas.  

Por ejemplo, está presente en la canción romántica:  

"Si Dios me quita la vida 

antes que a ti,

le voy a pedir que concentre 

mi alma en la tuya, 

para evitar 

que pueda entrar

otro querer a saborear

lo que es tan mío".

Es decir, que, aunque muerto, sólo sus chicharrones truenan. 

En canciones retadoras: 

"Dicen que van a asustarme

llevándome a tu presencia,

Si estás durmiendo en mi vida,

es natural si despiertas.

No le temo a la muerte

más le temo a la vida,

cómo cuesta morirse

cuando el alma anda herida.

Se la muerte cantando

por entre las nopaleras

¿En qué quedamos, pelona?

¿Me llevas o no me llevas?                                                                                                                                                                                                                                      

No importa lo poderosa que sea la muerte, hay que exigirle que se decida y que cumpla. 

¿Y qué tal pa’l mal de amores?, ¡la mejor aliada! 

"Creíbas que no había de hallar

amor como el que perdí.

Tan al pelo lo jallé'

que ni me acuerdo de ti.

Una sota y un caballo

burlarse querían de mí, ¡ay!,

Malhaya, ¿quién dijo miedo?,

sí para morir nací".

En advertencia de cuates para tomar precauciones: 

"Mucho cuidado señores

porque la muerte anda lista,

en el Panteón de Dolores

ya nos tiene una pocita

para los compositores,

y uno que otro periodista,

licenciados y doctores,

todos están en la lista.

Tuku tuku tiki taka

qué recanija calaca,

cuando menos lo pensamos

nos hace estirar la pata.

Yo me le escapé una vez,

pero por poco me atrapa".

Por supuesto, también le podemos cantar con la tristeza profunda que puede embargarnos la pérdida de alguien querido. 

"No sé qué tienen las flores, Llorona,

las flores de un campo santo.

Que cuando las mueve el viento, Llorona,

parece que están llorando.

Ay, de mí, Llorona, Llorona,

Llorina, llévame al río.

Tápame con tu rebozo, Llorona

porque me muero de frío". 

También para decirle: “Ahorita no…mejor ven al ratito”: 

"Dime, Flaca ¿qué te pasa?,

sé que quieres mi pellejo.

Pero ahora en esta casa,

no hay quien cumpla tus deseos.

Sé que el colon anda mal,

que las tripas ya me traen frito,

por eso este aspecto.

Nada por hoy, Calaca,

regresa a tu cloaca.

Mañana ya veremos

cómo nos arreglaremos".

Y para cerrar, que el mundo esté enterado de que somos dueños de nuestro destino: 

"Yo tomo cuando yo quiero.

No miento, soy muy sincero.

Y soy como las gaviotas,

volando de puerto en puerto.

Yo sé que la vida es corta,

al fin que también le debo.

El día que yo me muera

no voy a llevarme nada

hay que darle gusto al gusto,

la vida pronto se acaba.

Lo que pasó en este mundo

nomás el recuerdo queda.

Ya muerto voy a llevarme,

nomás un puño de tierra". 

En fin, no hay mayor optimismo en la vida, que cuando todos los días nos despedimos con el famoso “hasta mañana”. Pero la realidad es que somos seres finitos y, como dice Silvio Rodríguez: “La muerte anda en secreto" . 

Y, para no amargarnos la existencia, es mejor cantarle a la muerte, para así cantarle a la vida.  

Y le puedo apostar, querido (a) lector (a), que más de una de las canciones aquí mencionadas se puso a tararearla, ¿o no?.

 

Sergio Rizzo                                                                                                                                                                                                                        rizzoser@yahoo.com.mx

 

 

 

 

 

 

Compartir

Related Post

Leave us a reply