Año nuevo, vida nueva

Por una cultura del inegoísmo 

«Año nuevo, vida nueva» es el lema que solemos repetir cada vez que, como ahora, nos encontramos iniciando un nuevo año, un nuevo ciclo lleno de sueños, planes y expectativas, las cuales, aunque muchas veces no llegamos a realizar (y la mayoría de las veces así es), no obstante, son un aliciente para iniciar el año lleno de energía y fuerza moral a fin de seguir adelante, pues la esperanza es sin duda la fuerza y el motor que nos mantiene vivos a los seres humanos. 

Así, muchas personas alrededor del mundo iniciaron hace dos años el Año Nuevo 2020 llenos de metas y propósitos, de proyectos y de ilusiones, sin saber que apenas dos meses después, aproximadamente a principios de marzo, la vida iba literalmente a cambiar de manera radical para todos nosotros, debido a la pandemia del covid-19. Nos vimos obligados a modificar nuestras costumbres, nuestros hábitos, la manera en que nos cuidamos. Nos aislamos de los nuestros, y en muchos casos de quienes nos son más cercanos. El mundo y la economía se detuvieron por varios meses. Y, aun así, por desgracia muchos se nos adelantaron. «Año nuevo, vida nueva» nos repetimos año con año al inicio de un nuevo ciclo… Y de marzo del 2020 a la fecha, la vida literalmente terminó para miles de seres humanos en nuestro país y en el mundo. 

Ahora estamos iniciando un nuevo año, estamos ante las puertas de un nuevo ciclo, y por lo tanto, se abre ante nosotros una nueva oportunidad de hacer mejor las cosas. El retorno a las actividades es inevitable, el mundo no puede detenerse más; pero ante tal necesidad de reactivar las cosas, cabe reflexionar en la necesidad de una cultura de la prevención, de una mayor higiene y cuidado de nuestra salud, de dejar atrás malos hábitos que nos enferman y que nos dejan vulnerables ante el coronavirus y otros males. Y, sobre todo, una cultura del inegoísmo: de cuidarnos a nosotros mismos, pero también de cuidar a los demás a través de cosas tan simples como el correcto uso del cubrebocas y de la sana distancia en los espacios públicos, cosas ambas que muchos siguen sin observar, como si no pasara nada, como si el virus no fuera real. Muchos incluso siguen sin creer en su existencia, a pesar de las pruebas científicas que de él han ofrecido los organismos internacionales de la salud, y de la evidente mortandad que ha causado. 

Ojalá que el 2022 sea un mejor año para todos nosotros, un año en el que la gente pueda volver a estar cerca de los suyos, y que la sombra de la pandemia pronto sea sólo un mal recuerdo.

Feliz Año Nuevo. 

 

Miguel Campos Quiroz 

camposquirozmiguel@gmail.com 

 

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